En el norte de España, en una región de fluctuante belleza que ofrece una naturaleza salvaje y austera, ciudades y pueblos con encanto donde el tiempo parece haberse detenido. Santiago es, sin duda la ciudad más popular de la región, pero, tal vez, no la más hermosa. Pero una que, decididamente, merece la pena visitar es la menos conocida Pontevedra, una ciudad que se ha desarrollado en torno al mar y sus actividades, desde la época de la dominación romana. Un laberinto de calles empedradas y hermosas plazas porticadas con pequeños bares para relajarse viendo pasar el mundo.
SU MAGIA
Pontevedra es una ciudad donde es muy agradable caminar sin rumbo, hasta llegar, por ejemplo, al Santuario de la Peregrina y su encantadora fachada de estilo barroco construida en el siglo XVIII por el arquitecto Antonio Souto. Muy cerca se encuentra la plaza Ferrería, uno de los lugares de encuentro más populares de la ciudad.
Su plaza principal se llama Plaza de España y es donde se encuentra el Ayuntamiento. Está en la parte antigua de la ciudad donde se inicia La Alameda un espectacular paseo que corre a lo largo de algunos hermosos edificios, como el medieval convento de Santo Domingo, tan bello que ha sido convertido en monumento nacional.
El Museo Provincial de Pontevedra, con su colección de pintura española se convirtió en el más importante de Galicia y definitivamente vale la pena una visita.
Después de una parada en uno de los muchos bares de la ciudad, para beber una cerveza o tal vez una copa de Albariño, el paseo puede continuar perdiéndose en el laberinto de estrechas calles, muchas de las cuales testimonian con su nombre, el origen de los gremios que en el pasado desarrollaban su oficio en la zona.
SU GASTRONOMÍA
Pontevedra, como se ha dicho, es una ciudad que tiene un fuerte vínculo con el mar. Y este vínculo también es contado por la gastronomía, basada principalmente en el siempre fresco pescado y los mariscos, cuyo sabor tiene fama mundial.
El Parque Natural de las Islas del Atlántico y el Monte Aloia son dos áreas protegidas muy ricas en flora y fauna de especial importancia ecológica. Todo esto, unido a su pintoresco litoral, hacen de esta ciudad un escenario ideal para quienes quieran practicar senderismo.
A lo largo de la costa, también pequeños villas marineras desprovistas de esa atmósfera «prefabricada» para los turistas; son pueblos reales de marineros reales y el aire que se respira en ellos también es digno de una visita.